EL PÁJARO DE BAHÁ’U’LLÁH

Por siglos se creyó que ciencia y religión eran dos caminos para remontarse a las alturas; mas ningún sendero son sino alas, sólo mediante ambas se podrá uno elevar; y si se trata de volar con una sola, se caerá o bien a la ciénaga de superstición o al pantano de materialismo; van una al lado de la otra, volando juntas, una en conformidad con la otra. La gloria de Dios, mismo cartero celestial, se levantó en contra del absurdo de las religiones; han caído en prácticas supersticiosas, creyendo que adherirse lo más fuerte posible a una colección de dogmas es la meta; perdieron rumbo y se han dedicado a la adoración de las formas y ceremonias, disputan sobre determinados puntos del ritual o alguna práctica en particular sin llegar a oído útil; son estas disputas por ver quién es más supersticioso las que originan la discordia, dando lugar a odios y desuniones; si alguna creencia se convierte en causa de aversión o división entonces no tener ninguna, e incluso separarse de tal credo sería un acto religioso; ya que el propósito del remedio es curar, si la medicina sólo agrava la enfermedad, no usarla. Gotas de una misma lluvia, flores de un mismo jardín, aves de una misma bandada, habitantes de un mismo planeta, miembros de una misma familia, sólo falta ser parlantes de una lengua universal; las diferencias existentes son producto del apego a prejuicios y libros sagrados, en vez de traer unión acarrean derramamiento de sangre y lágrimas.
Sin palabra revelada nadie se rebela.