Su padre el conde Alberico III y dueño de Roma influyó considerablemente en su escogimiento pues gastó una fortuna para lograrlo, de nombre Teofilacto pasó a llamarse Benedicto IX cuando sólo era un niño de doce años aproximadamente, con el paso de los años el chamaco fue creciendo mas no madurando; al comienzo consagró su tiempo a sodomizar animales luego se inició en los deleites carnales y de ahí en adelante (…) promovió adulterios, homicidios en pleno día, orgías bisexuales en la catedral de Letrán e inclusive procuró renunciar al pontificado para cohabitar en lujuria total con otro hombre. Dichos hechos provocaron gran indignación en forma de levantamiento popular que derivó en su primera expulsión, Silvestre III fue su sucesor pero su familia lo restableció en el poder el 10 de abril de 1045 permaneciendo sólo un mes ya que abdicó para casarse con su prima hermana, hija del capitán romano Gerardo di Sasso quien lideró su primera destitución; no se quiso ir con las manos vacías y exigió algún tipo de remuneración áurica, su padrino Giovanni Graciano, futuro dueño de la santísima silla, le ofreció todas las limosnas procedentes de los católicos ingleses. Once again fue sucedido, en esta ocasión por su padrino que llegó a recolectar 1500 libras de oro para que se largara y no volviese jamás. Mientras tanto, el rey germánico, Enrique III, intervino (de buena voluntad y desinteresadamente) para ordenar este desorden eclesiástico e hizo los arreglos para celebrar el 20 de diciembre de 1046 el Concilio de Sutri, que destituyó tanto a Silvestre III como a Gregorio VI y entronó a Clemente II que a los 5 días (de manera desinteresada y voluntariamente) coronó a Enrique III como emperador romano germánico; sin embargo, este legitimario de San Pedro no duró mucho y cayó en desgracia, murió. Benedicto IX no tardó en volver aduciendo que el dinero recibido no era simonía sino el desembolso del dinero que había pagado su padre con anterioridad, ocho meses pasaron antes que fuera expelido por siempre, finalmente se retiró al monasterio Grottaferreata donde expiraría apaciblemente. Victor II, el papa pariente de Enrique III, habló de él: “Prefirió vivir más como Epicuro que como obispo… abandonó la ciudad trasladándose a uno de sus castillos de las afueras”.
Pecar es humano; perdonar, divino.
Pecar es humano; perdonar, divino.
4 EXPRÉSATE:
Pecar es humano, por supuesto,pero...Homicidio??? No, imperdonable.Además no creo en el perdón divino.no creo en la divinidad..
Muy interesante, comosiempre.
Cariños!
interesantisimo eres una verdadera biblioteca..
interesante XP
Me encanto, más que interesante.
Despierta mi curiosidad!
Publicar un comentario