FÁBULA: EL REY CRUSTÁCEO

Esta era una autoridad local dentro de un gran imperio, sus dominios sólo eran una parcela de los vastos territorios imperiales; el Rey Crustáceo habitaba en parte del litoral, a orillas del mar su gobierno regía. Si alguna obra quería emprender tenía que pasar primero por todo el aparato burocrático, tras engorrosos procedimientos y después de un tiempo exageradamente prolongado alguna resolución salía a la luz; muchas veces se quedaba enfrascado en requisitos y formalismos, sin nunca llegar a una salida. Cansado de tan larga espera y sin un centavo para aceitar decidió hacer uso de sus riquezas naturales, por todos los rincones era reconocida la gran calidad de sus recursos ictiológicos, mariscos tan ricos no había; cargando kilos de estos productos marinos el Rey Crustáceo se dirigía a las oficinas gubernamentales, con la esperanza de agilizar sus procesos pendientes repartía frutos de mar entre los burócratas; con incentivos los funcionarios se sentían motivados a la acción, esperanzados que al ayudarlo podrían recibir más delicias. Así fue como el Rey Crustáceo reinó entre los suyos, construyendo grandes obras y trayendo desarrollo para su gente; jamás entregó dinero, pero sí sus riquezas naturales.
(Sin importar intención) si el fin justifica los medios, prevalece la corrupción.