LA SECTA DEL PERRO: DIÓGENES

No hay peor cautiverio que el retenerse uno mismo.
Tildado de “Sócrates enloquecido” fue parido en Sínope, aunque siempre se consideró ciudadano del mundo; recibió un oráculo que le decía que reacuñe la moneda, literalmente lo hizo, junto a su padre banquero fabricaron monedas falsas y los pescaron infraganti; desterrado en Atenas dio pie para realizar la predicción de manera más metafórica, refundar los valores; ahí recibió de Antístenes sus enseñanzas pero las llevó más lejos, andaba vestido sólo con un manto y vivía en una tinaja que la paseaba por cualquier parte de la ciudad. Aquel el cual alegaba que la esclavitud era la pobreza de espíritu fue capturado y hecho esclavo por unos piratas, a la hora de venderlo cuando le preguntaron qué sabía hacer, este respondió: “Gobernar hombres” y después añadió: “Pregona si alguien quiere comprarse un amo”; cuando unos amigos lo querían rescatar, los tildó de simplones pues los leones no son cautivos de quienes los alimentan, sino estos lo son de las fieras; a quien pagó por él le decía que debía obedecerle, luego lo liberó y lo convirtió en tutor de sus hijos. Estando viejo ya en Corinto, mientras se asoleaba en su casa rodante se interpuso Alejandro Magno entre el sol y él comunicándole que le pidiera lo que quiera, este le contestó: “No me hagas sombra”; riéndose los acompañantes del monarca pues este pudo haber solicitado cualquier cosa como dinero o poder, el futuro rey de Persia les cortó las risas diciendo: “De no ser Alejandro, habría deseado ser Diógenes”.