FÁBULA: EL ENFERMO Y EL MÉDICO

Cuando las cosas no se hacen a tiempo conveniente, después se complican; no importa porque si es lo que más se desea, aún queda momento pendiente. No para el enfermo terminal, pero este pudo no haber sido el caso; años atrás se le habían formado unos chancros en el bajo abdomen, totalmente indoloros y algunos tan metidos que se hacían imperceptibles, desapareciendo semanas luego; poco tiempo después apareció un sarpullido en plantas de pies y manos, y uno que otro en zona húmeda del cuerpo, como puntitos rugosos y rojizos; también erupcionaron en los genitales unos condilomas, como verrugas humedecidas e inflamadas; fiebres, dolores y pérdidas de cabello eran frecuentes, durante unas cuantas semanas hasta que desaparecieron, pero no por completo; las años transcurrieron y sin tratamiento adecuado la enfermedad continuó progresando, la sintomatología ya no era tan genital sino más demencial; se comenzó a volver ciego y loco, con tumores y problemas cardiacos sus días estaban contados, ahí es cuando entra en escena el médico a palos; importuno le decía: “Lo confieso por la ciencia que profeso, ya llega su deceso. Señor, Usted ahorita, podría estar sano como marrano si hubiera acudido más temprano. El estadio de su sífilis es demasiado avanzado y posiblemente también tenga UTA.”, una vez dicho esto, aún moribundo afirmó: “Señor Galeno, agradezco su manejo pero aún así me quejo por lo añejo de su consejo. Puro alarde ya que llega tarde.”; ofendido y resentido el entendido discrepó: “Y a Usted quién lo manda a esperar hasta el final.”

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