Castigada por desafiar a los dioses, una abeja reina se quejaba a Viracocha, hacedor de todas las cosas criadas: “Ante todo, buen día. Gran injusticia ha cometido Usted, al darles el fuego sagrado a los más salvajes de los animales y no a nosotras. Sólo porque son hombres, acaso no le importa que sean violentos… destructivos, mmm… dushbags. Nosotras somos organizadas, pero a diferencia de ellos obedecemos, respetamos nuestras normas.”; como Viracocha ni caso le hacía, de impotente pasó a insolente, le metió un aguijonazo que lo hizo saltar: “¡Ahhh! ¡Maldita! Ahora sin aguijón tendrías que morir. Pero ¿Qué castigo es ese? Uno peor recibirás. Vivirás para contemplar el absurdo de tu mundo, que eres gobernada por imbéciles”; para distinguirse de las otras, a su descendencia las llamaron meliponas. Cansada de este martirio, bastante sórdido por cierto, su vida era un sinsentido; así pues un buen día mientras laboraba se le presentó un cuculí cantando una y otra vez: “Cuu-culí, cuu-culí, cuu-culí”, la melipona harta de su destino no iba soportar más estupidez: “¿Por qué no se calla? Parece mongólico repitiendo cuculí, cuculí. Siempre la misma cagada, cánsese.”; sorprendida la pequeña ave se picó: “Perdone señora, pero su colmena no es el epítome de la variedad tampoco. Fabrica una como cientos y no se distinguen.”, la réplica no se hizo esperar: “¿Epi qué? A mí no me va a venir a inventar palabras. La monotonía en el trabajo no es lo que más perjudica, pero una obra destinada al gusto, como su canto, tiene que ser variada. Sino aburre.”
Artista versátil, nada inútil.
Artista versátil, nada inútil.
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¡Buena respuesta!
un saludo!!!
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