El imprevisto aparece para el que nada ha previsto.
Siempre hay que estar preparados, eso muy bien lo sabía aquel viajero, para evitar el lamento una previsión hace la diferencia; caminante no hay camino, sólo una vieja en el mar. Viajando por rutas sin fin, se volvió un hombre cauto y aprendió a precaver; nunca andaba solo pues siempre estaba con cautela, de arriba abajo iban, de aquí para allá; con el tiempo evitó el mal tiempo, siempre presto ante la mínima sorpresa meteorológica. Dispuesto ante eventualidad cualquiera, salió a recorrer los caminos que lo conducen a su destino; frente a tanta preparación tanto el Viento como el Sol decidieron hacer una pequeña apuesta, para pasar el rato y divertirse un poco; esta consistía en despojarlo de todo y dejarlo literalmente calato, nada le hizo prever que su vida sería un juego de dados. Fanfarrón como nadie el Viento amenazó con dar por terminado el pacto en un santiamén, el Sol permitiendo ser oscurecido accedió no ir primero; el Viento infló sus cachetes para desencadenar un estrépito de mil demonios, exhaló, silbó, rugió y destruyó a su paso más de un tejado inocente; sin embargo, el caballero ni se inmutó, mientras más soplaba uno, más firme se mantenía el otro; sin éxito, ahora es turno del Sol, tras disipar las nubes comienzan sus caricias; sin esfuerzo alguno lo acaricia y lo abraza, sin causar destrucción y en silencio lo acalora, obligándolo a desnudarse.
Más vale maña que fuerza.
Siempre hay que estar preparados, eso muy bien lo sabía aquel viajero, para evitar el lamento una previsión hace la diferencia; caminante no hay camino, sólo una vieja en el mar. Viajando por rutas sin fin, se volvió un hombre cauto y aprendió a precaver; nunca andaba solo pues siempre estaba con cautela, de arriba abajo iban, de aquí para allá; con el tiempo evitó el mal tiempo, siempre presto ante la mínima sorpresa meteorológica. Dispuesto ante eventualidad cualquiera, salió a recorrer los caminos que lo conducen a su destino; frente a tanta preparación tanto el Viento como el Sol decidieron hacer una pequeña apuesta, para pasar el rato y divertirse un poco; esta consistía en despojarlo de todo y dejarlo literalmente calato, nada le hizo prever que su vida sería un juego de dados. Fanfarrón como nadie el Viento amenazó con dar por terminado el pacto en un santiamén, el Sol permitiendo ser oscurecido accedió no ir primero; el Viento infló sus cachetes para desencadenar un estrépito de mil demonios, exhaló, silbó, rugió y destruyó a su paso más de un tejado inocente; sin embargo, el caballero ni se inmutó, mientras más soplaba uno, más firme se mantenía el otro; sin éxito, ahora es turno del Sol, tras disipar las nubes comienzan sus caricias; sin esfuerzo alguno lo acaricia y lo abraza, sin causar destrucción y en silencio lo acalora, obligándolo a desnudarse.
Más vale maña que fuerza.
8 EXPRÉSATE:
Muy bueno, gracias
Pero a veces la maña sin fuerza o viceversa, no dan resultado...
Un abrazo!!!
Ah, qué bueno. Recuerda a las estrategias que seguirían un hombre y una mujer.
Un saludo
Hola :) vuelvo para dejarte un enlace donde encontrarás mi felicitación -de estas fechas- para ti y tus amigos- seguidores Feliz Navidad
abrazos cálidos
Aquí encuentro la paz que busco, aquí te encuentro a tí y tu sabiduría. Gracias!
Un reconocimiento, o distinción o deseo tienes en mi blog!
Un Besito Marino
Me gusta, ¿es tuyo?... hace rato'' no pasaba por aquì, me da gusto volver :).
Interesante texto, muy cuidado y elegante.
Un abrazo
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