BISTEC BIEN APANADO

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Tú sí sabes! Puntapiés como la bravura de la naturaleza, mazazos que una y otra vez recibimos; vienen de cualquier lado y en cualquier momento, azotes de la vida, tan fuertes… ¡Tú sí sabes! No son hondas caídas en sueños, tampoco risueñas nalgadas al nacer sino un porrazo que tumba; del suelo sólo queda mirar arriba, conveniente no es seguir tirado, son los derrotados los que son pisados; los baquetazos continúan ¿Por qué habrían de parar? Pero hay algunos en la vida, tan fuertes… ¡Tú sí sabes! Sopapos como la furia divina, manotazos que dejan oscuras huellas indelebles; como latigazos van dejando marcas, así el tigre sus rayas va adquiriendo, cada tarascada abre una zanja hasta en el lomo más resistente; bastonazo tras escobazo somos arremetidos sin piedad… ¡Oh, cruel destino, tú sí sabes! Dame todo lo que tengas, que no me desmorono, más me pegas más te quiero; no soy gato que cae en cuatro patas, del fondo me pongo de pie y no me quedo parado sino prosigo camino; tanto dolor de esos puñetazos sangrientos son la impotencia de alguna carne congelada a punto de freír, como bistec tenemos que ser aporreados, un batacazo tras otro se necesitan para ablandar la carne más dura, pues sólo un bistec bien apanado te asegura un buen gusto.