LA PERRA Y ADEMÁS LA OVEJA, EL PATO Y EL GALLO

La proyectada fue de Joseph Montgolfier frente a una chimenea en pleno frío, armó con una tela un cubo dejando un orificio en un lado, luego lo puso encima del fuego y el humo lo elevó; así en 1783 se da inicio la carrera aeronáutica del ser humano, era un acontecimiento relevante, el hombre alzaba una nave o un globo gigante con un cesto por los aires; ¡Bravo! Evidentemente nadie sabía que sucedía allá arriba ¿Se podrá respirar? ¿Habrá gases venenosos? Sin imaginar los efectos de altas altitudes en criaturas vivientes enviaron tres animales: Mont-au-ciel, una oveja ya que en esas épocas las bestias más parecidas a nosotros eran los ovinos; además un par de aves, uno de vuelo alto y otro de bajo, estos tres zarparon para aterrizar un par de kilómetros más lejos sanos y salvos. No fue la misma suerte que corrió Laika en 1957 cuando se da inicio la carrera espacial del ser humano, otro acontecimiento relevante, esta vez eran los cielos; el desconocimiento era básico al igual que la pregunta ¿Es posible que un organismo soporte condiciones de microgravedad? En esta ocasión una perra demostró que era viable, aunque la enviaron sin su pasaje de retorno. Fueron los animales los primeros, al explorar las alturas en objetos voladores, para que después personajes como Jean-François Pilâtre de Rozier y Yuri Alekséyevich Gagarin se lleven la gloria (a salvo) de subir más allá que ningún otro; experimentamos con ellos para bienestar nuestro, pues no son nuestros iguales y aún así llegan antes que nosotros.