PODER ÑANDÚ, EL DE LA MÚSICA

Porque por amor uno es capaz de realizar lo impensable; Orfeo, poeta y músico cual ninguno, se internó en la morada de los muertos para rescatar a su amor perdido, Eurídice, que cayó en colmillos de una serpiente. Tal era la dulzura de su canto que los bosques se acercaban a él y los fieros animales se amansaban, con su música pretendió ingresar a las resonantes mansiones del dios subterráneo; el poderoso Hades, de implacable corazón. Con su dulce melodía se abrió paso en el inframundo, adormeciendo al despiadado can Cerbero, el de tres cabezas; incluso endulzó a los mismísimos jueces del Averno, la armonía de sus sonidos era tan divina que ablandó al mismo Hades y a la temible Perséfone. Finalmente a su hermosa esposa le fue concedido regresar con los vivos, con la única condición que Orfeo debía caminar delante de ella a su regreso y nunca mirar atrás; no se pudo contener y por impaciente la volvió a perder, esta vez para siempre jamás. Orfeo, un simple mortal emblandeció el corazón del que reside bajo tierra, Hades; como inmortal no entendía la muerte, a pesar que era su rey, no comprendía lo que significaba la perdida del ser amado; sin embargo, el de noble voz junto a su lira le hizo ver al señor de la oscuridad la luz.
La música conmueve al corazón más frío.