Y AÚN ASÍ LOS MATAMOS

Un local de Metimna de nombre Arión es el personaje de esta historia, era una de las personalidades más conocidas de su época, famoso músico, virtuoso citarista, también fue el primero (antes de él simplemente no existían y todo se lo debemos a él, gracias) de los poetas ditirámbicos; inventó el ditirámbico, una especie de loor a Baco en forma de verso. Arión fue a hacer riquezas al sur de Italia, agrandó lo acumulado en Sicilia; una vez enriquecido vuelve en barco corintio pues se dirigía a Corinto donde residía varios años ya en la corte de Periandro, por otro lado los marineros prefieren su fortuna que su persona. Arión suplica por su vida y dice: “O.K. conténtense con lo que tengo, se los cedo muy gustoso pero no me quiten la vida”, le dan a escoger entre mar inmediato o suicidio (sola manera de arribar a tierra firme para ser enterrado) y elige lo último. Arión pide un deseo final: “Antes de morir en mi propia mano quisiera usar mis mejores vestidos y entonar mi más querida canción en cubierta”, le conceden su pequeña exigencia además era un afamado cantautor, una celebrity iba a dar su last show. Arión se embadurna con la mayor cantidad de sus tesoros y se ubica en posición al borde de cubierta, con cítara en manos canta Nomo Ortio como si fuera su despedida, como si después vivir ya no tuviese sentido; concluido todo no cumple con su palabra y se arroja al mar, los nautas continúan navegación con lo que les dejó. Arión, según cuentan, fue salvado por un delfín (no especifican qué especie) y arrastrado hasta Ténaro; sano y salvo en su segundo hogar le cuenta lo sucedido a Periandro, este interroga a sus súbditos sobre su buen amigo y le responden que lo dejaron sano y bueno en Tarento. Arión los sorprende en medio de su mentira engalanado con lo último que lo vieron vestir, anonadados confiesan; en Ténaro existió una no muy grande estatua de bronce dedicada a este hombre mientras monta uno de aquellos mamíferos con aletas.

2 EXPRÉSATE:

La Dame Masquée

Que tiempos aquellos en que nos hablaban los dioses y nos salvaban los delfines. Ahora todos reniegan de nosotros y nos abandonan a nuestra suerte, o peor, a nuestra desgracia.
Cómo lo harian ellos?

Bisous, monsieur, feliz sabado

Fermín Gámez

Gracias por haber visitado mi blog y por tus palabras amables.
Tienes un blog con mucho estilo.

 
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