DEL PARRICIDIO

No hay mejor lisonja que aventajar por una lonja, por parte del discípulo al maestro como agradecimiento; una cabeza al fin rodará. Del alumno mayor reconocimiento y gratitud hacia el meister que superarlo no hay, convino con su labor de guía, un buen trabajo entendió y recompensado con la derrota fue; contemplamos la alternación natural de la vida, esta se renueva, pero la civilización progresa. Qué satisfacción la del preceptor morir a manos de su aprendiz, ni con él sus enemigos pudieron; en cambio, mediocre aquel cuya sumisión y miedo genera de entre los suyos. El respeto mutuo presente está en el instruir, con cuota de confianza, la independencia sólo así florecerá; pues preguntar debe el que recién en todo empieza, tras indagar criticar podrá, para luego eclipsar. La paradoja aparece, comprender algo sólo es posible si enseñárselo a otro se logra, luego para entender hay que educar; la regia enseñanza nada más se alcanza con la muerte, pues el educando al educador la cabeza debe tajar.
El fin comprende cuando tiene la capacidad, uno, de hacer vislumbrar a otros; otros serán verdugos.