EL PAPA DEL MILENIO

Gerbert d’Aurillac, fue el primer francés en hacerse con el papado, era todo un capo que brilló en pleno oscurantismo; dominaba tanto Trivium (gramática, retórica y lógica) como Quadrivium (aritmética, geometría, astronomía y música), inventó varios artefactos, maquinas a vapor, un autómata que sólo sabía decir sí o no, un órgano hidráulico, hasta hizo su propia versión de ábaco. De joven se educó en Iberia, de los maestros sarracenos aprendió, en especial las artes numéricas; conoció algunas ciencias ocultas, entre ellas la astrología; incluso ideó un sistema taquigráfico (para escribir a la velocidad que se habla) basado en uno romano, ya en desuso. Por su amplia elocuencia, sus inventos y su acercamiento al mundo árabe Gerbert siempre fue envidiado y temido, hasta el punto que se cuenta que estudiando en Córdoba hizo un pacto con el demonio para que su vida tuviera fin en Jerusalén. El papa Silvestre II siempre tuvo cuidado de nunca pisar dicha ciudad, pero un día en plena misa de una iglesia en Roma se le apareció este diciéndole que ya era hora, el papa se rehusó porque ni siquiera estaban cerca del lugar en cuestión; sin embargo, el diablejo le hizo notar que la capilla dónde estaban se llamaba Jerusalén, se lo cargó al pontífice susurrándole melosamente al oído: “Tú no tomaste en cuenta que yo soy un lógico.”
El diablo sabe más por lógico que por diablo.