FÁBULA: RATÓPOLIS

Para deliberar, todo el mundo contento; para ejecutar, ahí está el cuento: Ciudad más peculiar no encontrarás en tu guía de viajes, llena de ratones te fascinará; cierto día arribó un turista al paso que sin hacer caso no se quiso ir después del ocaso, para luego convertirse en el terror de los pequeños roedores, gato nada manso y menos ganso; aterrorizando la comunidad, todo el que salía jamás volvía, ante tal carnicería convocaron junta urgente; tras arduas horas de discusión tomaron la decisión de colgarle un cascabel al enemigo, así estarían prevenidos apenas se acerque; nadie se atrevió a dicha empresa, como siempre hablan, hablan y nunca hacen nada; de esta manera la polis se aisló y nunca nadie más partió, los días de bonanza terminaron para el felino, para remediarlo armó astuta treta; pasando por muerto estaba presto al mínimo incauto, crédulas las víctimas se fueron en gozo y celebraciones; justo cuando estaban preparándose para dar su primer paseo, apareció el más virtuoso entre ellos, aquel cuyos años no pasan en vano les dijo: “Tranquilidad, gente, desconfíen. Vieja estratagema es la que nos presenta Don Félix, la de hacerse el muertito para entrar en su jueguito. Si buscan muerte, corran; no por nada el diablo sabe más por viejo que por diablo.”
Si Desconfianza tuviera una hija, de seguro se llamaría Seguridad.

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