EL INGENIOSO MANCO DE LEPANTO

El manco se convirtió en hijo del hidalgo, ya que son nuestros hechos los que nos enseñan quienes somos; ambos son dos caras de una misma moneda, no podemos entender uno sin el otro. La vida de Miguel fue tan quijotesca como la de su anacrónico mentecato, soportando fracasos pero sin nunca rendirse, aspiraba en grande con condiciones de pequeño; humillado por molinos salvajes o viles duques no tiraba la toalla, de lance en lance jamás abandonaba su lance; como caballero andante luchó contra turcos, perdiendo la movilidad de su mano izquierda, siendo esclavo de moros, siempre fracasó pero nunca dejó de intentar escaparse; figura paradigmática, ¿Quién? Los dos. Escrito en dos parodias, la primera fue un éxito de multitudes, aún así su autor falleció en miseria, ni para su lápida había; aunque es la segunda aquella que la eleva a obra maestra, por primera vez y nunca antes leído, su protagonista sabe que está siendo escrito; el lector se transforma en ser omnipotente y el personaje principal en carácter literario autoconsciente, magistral y para colmo muy hilarante. Comenzó con anécdotas cómicas y acabó en final trágico; este, quien su imaginación era su mundo, fue forzado a abandonar su identidad; termina postrado en cama, sin pena ni gloria pero solamente porque es Alonso Quijano, un simple mortal; la historia llega al clímax, Don Quijote no puede morir pues es inmortal, consciente de ello la muerte no importa, sus capítulos habían finalizado pero su inmortalidad recién empezaba.
“Para mí sola nació Don Quijote y yo para él; él supo obrar y yo escribir; solos los dos somos uno”
Cervantes

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